Del conocimiento de la relación entre los genes y el medio ambiente ha nacido una nueva área del conocimiento: La genómica nutricional, que implica el estudio conjunto de la nutrición y el genoma. De esta relación surgen dos disciplinas conocidas como “Nutrigenética” y “Nutrigenómica”.
La nutrigenética estudia la respuesta que presenta cada individuo a los diversos componentes de la dieta en función de sus propios genes, lo que produce distinta respuesta clínica a los mismos nutrientes. Por el contrario, la nutrigenómica estudia los efectos de los componentes de la dieta sobre la expresión de los genes individuales de cada persona.

Nuestros genes tienen su origen en el paleolítico cuando apareció el Homo sapiens. Desde entonces han evolucionado hasta llegar a lo que somos hoy, pero esta evolución ha durado millones de años, durante los cuales la humanidad ha pasado por verdaderas épocas de escasez de alimentos o hambrunas. Por tanto, para sobrevivir, los genes menores (polimorfismos) han evolucionado hacia el ahorro metabólico, es decir hacia la producción y almacenamiento de grasa que permitió a nuestros antepasados sobrevivir en épocas de penuria.
Actualmente existe prevalencia del genotipo ahorrador, ya que todos los que vivimos ahora somos descendientes de supervivientes del hambre, por lo que hemos heredado algunos de estos genes ahorradores, pero el desfase entre la evolución –que tomó siglos– y el desarrollo tecnológico –que apenas ha llevado más de 100 años– ha favorecido el acúmulo de grasa y la epidemia de obesidad y diabetes que se padece en este siglo XXI.
Cabe señalar que la presencia de los genes no implica necesariamente que estén activos, ya que pueden activarse y desactivarse modificando el medio ambiente (dieta, actividad física, estrés oxidativo, etc).
Al conocer qué genes están implicados en cada persona y su mecanismo de acción, es más fácil adaptar una dieta individualizada para lograr la “Nutrición de Precisión” como la preconiza el Dr. Ordovás, experto en la materia.
La obesidad es una causa importante de morbilidad y mortalidad, debido a la relación directa existente entre el sobrepeso y la susceptibilidad a muchas enfermedades degenerativas, entre las cuales destaca la diabetes tipo 2. El sobrepeso es además un factor de riesgo independiente para la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer, alteraciones respiratorias, depresión, problemas en las articulaciones y ciertas enfermedades de la piel, pero actualmente contamos con esta valiosa herramienta que nos permite tratar y prevenir la obesidad y el sobrepeso.