Islandia ha secuenciado genéticamente todos sus casos positivos del COVID-19 desde el comienzo de la pandemia. La práctica ha permitido identificar 463 variantes separadas que los científicos llaman ‘haplotipos’.

El objetivo es rastrear cada caso para no pasar por alto los problemáticos. Antes de la secuenciación, primero se aísla el ADN de cada muestra y luego se purifica utilizando cuentas magnéticas. A continuación, las muestras se llevan a pequeñas máquinas que se asemejan a escáneres. Son secuenciadores de genes que cartografían el nuevo genoma del coronavirus. Dentro de cada máquina, hay una caja negra que contiene las moléculas de ADN. Esta tecnología ha desempeñado un gran papel en Islandia desde el comienzo de la pandemia.
“La secuenciación de las muestras es clave para ayudarnos a seguir el estado y el desarrollo de la epidemia”, relató la ministra de Salud, Svandís Svavarsdóttir, a la AFP.
Las autoridades han utilizado la información adquirida mediante la secuenciación para decidir sobre medidas precisas y específicas para frenar la propagación del virus, agregó.
Alrededor de 6.000 casos del SARS-CoV-2 reportados en Islandia han sido secuenciados. De este modo, el país europeo llegó a ser el líder mundial en la secuenciación del virus.